Aztlán.
15 de Marzo de 2014.
Lamentamos mucho tener que compartirles historias tristes, pero lo tenemos que hacer.
Ayer reportaron a un perrito atropellado en la Colonia Azteca. Fuimos pero no lo encontramos, hasta hoy.
Hace 15 días, una persona atropelló a una perrita pequeñita, esa persona que manejaba, decidió no ayudarla, eligió seguir su camino y abandonarla a su suerte, dejándola herida y sufriendo en la calle.
Esa perrita, pequeñita, esa cachorra de uno o dos años se arrastró como pudo, con un dolor que quizás no podremos comprender, sin saber qué había pasado y sin entender nada. Adolorida, con hambre y sed llegó a una calle, donde muchas personas la vieron, donde se volvió invisible para todos, se transformó en una piedra más, en un objeto más en la calle, con el que tropezaron muchos pero a nadie le importó.
Hoy, después de dos semanas de sufrimiento la encontramos, Aztlán era una perrita hermosa, con la columna fracturada gracias a que una persona decidió dejarla en la calle, gracias a que quizás sus dueños la dejaban salir a hacer pipí o porque decían que ella sabía el camino de regreso a su casa, gracias a que alguien decidió no bajar la velocidad o no la vio, o no le importó.
Hoy la encontramos, arrastrándose, la cargamos, la llevamos al veterinario sólo para que nos informara que no había nada más qué hacer por ella que ayudarla a irse en paz, porque su sufrimiento era tal que lo más 'humano' que se podía hacer era dejarla descansar.
Hoy por fin, después de mucho tiempo Aztlán pudo descansar, liberarse de todo el dolor, del sufrimiento que su cuerpo le daba. ¿En qué momento nos convertimos en ciegos ante el dolor de otros? ¿En qué momento decidimos 'no ver' y no ayudar? Quizás nunca lo entenderemos, quizás nos siga rompiendo el corazón conocer más perritas como Aztlán, que de ser hermosos cachorritos bajo el árbol de navidad o con un moño rojo, se convierten en objetos invisibles e inservibles para muchos.
Aztlán ya descansa, ya regresó a Gaia y está en un lugar mejor, más sano, más empático y más bello.
Por favor, cuando veamos a un ser vivo que sufre, que nos necesita, no lo ignoremos, no cerremos los ojos ni pidamos que alguien más ayude, si nos encontramos ahí, quizás es porque es nuestro destino hacer algo y ayudarlo.
Corre libre Aztlán.
Por favor, cuando veamos a un ser vivo que sufre, que nos necesita, no lo ignoremos, no cerremos los ojos ni pidamos que alguien más ayude, si nos encontramos ahí, quizás es porque es nuestro destino hacer algo y ayudarlo.
Ayer reportaron a un perrito atropellado en la Colonia Azteca. Fuimos pero no lo encontramos, hasta hoy.
Hace 15 días, una persona atropelló a una perrita pequeñita, esa persona que manejaba, decidió no ayudarla, eligió seguir su camino y abandonarla a su suerte, dejándola herida y sufriendo en la calle.
Esa perrita, pequeñita, esa cachorra de uno o dos años se arrastró como pudo, con un dolor que quizás no podremos comprender, sin saber qué había pasado y sin entender nada. Adolorida, con hambre y sed llegó a una calle, donde muchas personas la vieron, donde se volvió invisible para todos, se transformó en una piedra más, en un objeto más en la calle, con el que tropezaron muchos pero a nadie le importó.
Hoy, después de dos semanas de sufrimiento la encontramos, Aztlán era una perrita hermosa, con la columna fracturada gracias a que una persona decidió dejarla en la calle, gracias a que quizás sus dueños la dejaban salir a hacer pipí o porque decían que ella sabía el camino de regreso a su casa, gracias a que alguien decidió no bajar la velocidad o no la vio, o no le importó.
Hoy la encontramos, arrastrándose, la cargamos, la llevamos al veterinario sólo para que nos informara que no había nada más qué hacer por ella que ayudarla a irse en paz, porque su sufrimiento era tal que lo más 'humano' que se podía hacer era dejarla descansar.
Hoy por fin, después de mucho tiempo Aztlán pudo descansar, liberarse de todo el dolor, del sufrimiento que su cuerpo le daba. ¿En qué momento nos convertimos en ciegos ante el dolor de otros? ¿En qué momento decidimos 'no ver' y no ayudar? Quizás nunca lo entenderemos, quizás nos siga rompiendo el corazón conocer más perritas como Aztlán, que de ser hermosos cachorritos bajo el árbol de navidad o con un moño rojo, se convierten en objetos invisibles e inservibles para muchos.
Aztlán ya descansa, ya regresó a Gaia y está en un lugar mejor, más sano, más empático y más bello.
Por favor, cuando veamos a un ser vivo que sufre, que nos necesita, no lo ignoremos, no cerremos los ojos ni pidamos que alguien más ayude, si nos encontramos ahí, quizás es porque es nuestro destino hacer algo y ayudarlo.
Corre libre Aztlán.
Por favor, cuando veamos a un ser vivo que sufre, que nos necesita, no lo ignoremos, no cerremos los ojos ni pidamos que alguien más ayude, si nos encontramos ahí, quizás es porque es nuestro destino hacer algo y ayudarlo.