miércoles, 29 de febrero de 2012

Colli. 28 de Noviembre de 2011.

Colli.

Siempre me ha impresionado la indiferencia de algunas personas, cuando vi a Colli la primera vez no pudimos detenernos pero no dormí por la noche pensando el frío que estaría pasando en la calle, cada que me descobijaba y sentía el aire de la ventana la culpa me invadía, mi mamá lo vio al día siguiente y llegando a mi casa me dijo: vístete, tenemos que ir por ese perrito, ahora mismo. 


http://www.youtube.com/watch?v=llDXe6bFimI&feature=youtu.be


A unas horas de entrar a mi trabajo me vestí y subí al carro una camisa vieja para poder agarrarlo sin que nos mordiera; buscamos por un par de cuadras y no lo vimos, pregunté a la gente y con muecas de asco y repulsión me dijeron que media hora antes había pasado por ahí, por un puesto de comida, que lo espantaron porque se quería meter, no sin antes añadir que se le 'podían contar todos los huesos', me pregunté qué estaría pasando con esas personas, que aún notando que el perro tenía hambre simplemente prefirieron ignorarlo y ahuyentarlo. 

Otras personas dijeron que le habían arrojado piedras porque estaba enfermo, afortunadamente la enfermedad del perrito era curable, algunas otras no lo son. 

Seguimos decididas a encontrarlo, y así fue, casi a media calle estaba el perrito, del tamaño de un french poddle lleno de sarna, no tenía un pelo en el cuerpo, la piel con heridas por la irritación, y quizás por golpes. No veía su colita porque estaba completamente entre sus patas, que eran un par de huesos solamente, la cabeza abajo y la mirada ausente. Me acerqué temiendo que corriera entre los carros pero sólo me vió y bajó aún más la cabeza. Lo cubrí con la camisa y lo cargué, no se resistió.

Llorando mamá y yo lo llevamos al veterinario, el pronóstico fue alentador, aunque estaba desnutrido, lleno de sarna y con golpes, él se aferró a la vida, a la esperanza, parecía que nos estaba esperando para que lo ayudáramos. 

La Doctora Perla lo recibió en la clínica (como dato curioso, ese es el nombre de su nueva mamá), como siempre los médicos nos apoyaron con el caso, nos esperaron con el pago del tratamiento y pudieron alojarlo ahí un par de días. Después lo tuvimos en hogar temporal con medicamento, baños cada semana y vitaminas.

Lo llenamos de comida y de amor, intentamos darle todo el amor que en sus años viviendo en la calle no tuvo, volvió a confiar en las personas de inmediato, perdonó tanta indiferencia como solo los perros saben hacerlo. Cada día nos recibía con brincos y besos. Obediente y educado, no rompía nada a pesar de que estaba acostumbrado a no tener hogar, eso sí, comía muy rápido, creía tal vez que alguien le robaría su alimento, poco a poco fue normalizando su forma de comer y se acostumbró a ser tratado con respeto y amor.

Después de tres meses de tratamiento y de hogar temporal, estuvo listo para irse en adopción, tuvo muchos posibles adoptantes, sin embargo sus papás perfectos aparecieron y él prácticamente los eligió, cuando llegaron a la entrevista para adopción, fue al patio por su juguete favorito: una corona de tela, y se puso a jugar con ella frente a Perla y Pablo, les brincaba y les trataba de dar besos, parecía querer ganarse su corazón mediante juegos, y creo que así fue. 

Puedo asegurar que ellos se enamoraron a primera vista de Colli, los conquistó con su aura mágica, él también supo que sería la familia perfecta y después de realizar la entrevista y determinar que sí podían adoptarlo, fueron por él.

Ese día Colli nos dejó en el patio y fue a pararse frente a la puerta, de alguna forma sabía que era su día y que se iría a su nuevo hogar. Nos quedamos con un nudo en la garganta, pero felices, porque sabemos que ellos lo amarán muchísimo y lo compensarán por todo lo que pasó.


http://www.youtube.com/watch?v=ON-9llr9DNE&list=UU0pXQPd7_Co-75lNOsOyEnw&index=3&feature=plcp

Biondella. Primer rescate de Pro Animal.

Biondella.


Biondella desde que nació hasta los seis meses tuvo como hogar la calle; en lugar de caricias recibía rechazo por parte de las personas, se alimentaba de basura, de sobras que conseguía antes de que la gente la lastimara. Llena de sarna y con menos de siete kilos, siguió luchando por vivir, sin que nadie la protegiera, mucho menos que la amaran. 

Con el paso del tiempo y ya no podía ni sostenerse, mucho menos caminar, era presa de la indiferencia de las personas que al pasar a su lado fingían no verla o se alejaban asqueados. 

El día que cambió su vida fue cuando Andrea pasó por donde ella yacía, frente a un cine de la ciudad donde muchos probablemente disfrutaban en una cómoda silla, Biondella conoció la esperanza y su futuro dejó de ser negro, sin dudarlo Andrea la levantó y la llevó al veterinario, pagó las consultas, vacunas, medicinas, gastó tiempo, energía y emociones en una perrita que no era suya, que era de todos; ayudó a un ser vivo que rogaba por su derecho a una vida digna. 

Sin embargo, en menos de dos meses, Andrea recibió la recompensa por rescatar a Biondella, pues en ese tiempo la perrita recuperó su peso y llegó a los catorce kilos y la sarna parecía nunca haber existido.

Biondella fue el primer rescate del Proyecto ProAnimal, de Ciudad Victoria; sólo se requiere una persona para cambiar el futuro de un ser vivo, sólo se requiere querer ayudar para poder hacerlo. 

Hoy Biondella vive cómoda y feliz, en un hogar donde la aman y tiene una vida digna, aún más que eso, tiene una vida llena de amor y tranquilidad, ella no recuerda su infancia, pero nosotros sí y celebramos que su futuro haya cambiado para bien.

Rango Durango. 10 de Septiembre de 2011.

Rango Durango.


El 6 de septiembre de 2011 se reportó a la orilla de la carretera un perro abandonado y en riesgo; dijeron que estaba desnutrido e infestado de garrapatas.


Debido a que el perrito tenía mucho miedo y escapaba cuando veía a las personas, se instaló una jaula de captura con comida y agua dentro, después de varios días funcionó y se pudo rescatar a Rango Durango el día 10 de septiembre.






Impactante fue, ver a un perro joven, tan lastimado, muy débil, golpeado y plagado de garrapatas llegó a la veterinaria y de ahí al albergue. Cuando se notan los huesos en un ser vivo, se nota también la indiferencia de los demás.






Rango no puede hablar, no puede contarnos qué le pasó o cómo llegó al estado tan triste en el que se encontraba, sólo podemos hacer conjeturas, imaginar un poco de su pasado y ayudarlo a rehabilitarse. Llegó con la cola entre las patas, orejas abajo y la cabeza casi tocando el suelo, símbolo de temor, de enfermedad y abandono. 





Esa noche, durmió hecho un ovillo, como un bebé, sin preocupaciones ni frío, sin temor de que llegara el día siguiente y empezara la pesadilla de estar abandonado.




Se vacunó, curaron sus heridas físicas y emocionales, se retiraron las garrapatas y el miedo a las personas, Rango Durango se convirtió en un perro serio pero feliz, tranquilo y confiado. 


Después de un tiempo Rango le robó el corazón a una familia y fue adoptado, ahora es un perro juguetón, feliz y lleno de paz. Tiene una vida digna, comida, abrigo, pero lo más importante amor, le dio una segunda oportunidad a las personas, a la vida. 


Aprendamos de ellos, de su habilidad para olvidar el pasado atroz, para perdonar a las personas que lo lastimaron, a aceptar la ayuda de los demás, a amar de nuevo.