sábado, 9 de junio de 2012

Pecas. Septiembre de 2011.

Pecas.
Septiembre 2011.


Pecas era un perrito 'de la calle', probablemente cuando era cachorrito fue muy bonito, pequeño y gracioso, pero creció y no era de 'raza', así que sus dueños lo abandonaron en la calle.


Ahí vivió mucho tiempo, estaba lleno de garrapatas, desnutrido; solía hurgar en la basura los lunes y miércoles, los vecinos le arrojaban piedras para que no rompiera y regara los desperdicios, que para él eran un manjar.


Esquivar carros era su habilidad, aún cuando algunos conductores se dirigían directo a él, solía evadirlos.


Un día una persona fue a comprar algo a la tienda de la esquina, lo vio en medio de la calle y se preocupó de que no se levantara a tiempo para esquivar al próximo auto, compró un poco de croquetas de pasada y cuando regresó se las puso en la banqueta para que se moviera y corriera menos peligro, pero Pecas no se levantó. Preocupada se acercó para ver qué le pasaba, cuando descubrió que estaba en un charco de sangre y las hormigas cubrían su cuerpo, bajo el rayo del sol, tirado en el asfalto, Pecas no se lamentaba, no lloraba ni ladraba, solo esperaba la muerte lenta.


Se acercaron más personas, vecinos empezaron a llorar murmurando que era el 'guardián de la cuadra'; "es el que ladra cuando alguien extraño ronda nuestras casas", "yo le doy de comer siempre", "yo le pongo agua fresca", fueron algunos comentarios que se escucharon. 


Llamaron al veterinario, y aguardaron a su lado, le pusieron un cartón para protegerlo un poco del sol, seguía a media calle porque no sabían cómo moverlo para no lastimarlo aún más.


Cuando llegó el médico, el diagnóstico fue fatal, tenía fracturas múltiples, probablemente órganos reventados por el accidente, varios tumores que se notaban, era viejo y estaba muy desnutrido, había perdido mucha sangre. Lo mejor que podían hacer por él, era ayudarlo a irse con menos sufrimiento.


Entre todos cooperaron para pagar al veterinario por 'la vuelta' y por el medicamento que le aplicaría para sacrificarlo.


Pecas murió, después de cuidar las casas de muchos vecinos, después de ser abandonado por no ser de 'raza', después de vivir solo, de comer basura, después de ser un cachorrito hermoso.


Murió porque un conductor prefirió no esquivarlo, porque otros prefirieron ignorarlo, porque algunos le arrojaron piedras cuando buscaba comida, porque muchos fueron indiferentes a su desnutrición.


Pecas ya no sufre, pecas es uno con el universo.


¿Tú a cuántos has ignorado hoy? ¿A cuántos Pecas les has arrojado piedras para que no rieguen tu basura?

Chispita. 18 de Mayo de 2012.

Chispita.
18 de Mayo de 2012.


Chispita escuchaba los rezos de muchas personas cada día después de que sufrió su accidente, los veía entrar y pedir por un mundo mejor y agradecer por sus bendiciones. Escuchaba gente saludarse y desearse un buen día y seguía ahí, esperando que alguien le diera un buen día, uno solo.

No tenía más de 4 meses, no tenía tampoco la protección de su mamá ni de un humano que la cuidara, sólo sabía que alguien la había lastimado y estaba sufriendo.

No podía pedir ayuda, nadie le entendía y mucho menos porque ladrar le implicaba un dolor espantoso que prefería evitar. Así que en silencio se arrinconaba al fondo del patio de una iglesia.

Un día unos muchachos jugaban fútbol y la vieron, la reportaron en ProAnimal, un grupo de tres personas acudieron de inmediato para salvarla, no sabían que no podrían hacer nada más que ayudarla a irse con dignidad y sin tanto sufrimiento.

Cuando llegaron no la encontraban, hasta que un trabajador les dijo que estaba abajo de un material. Cuando la vieron no parecía estar tan mal, le hablaron y le dieron comida y agua, empezó a comer con dificultad, fue cuando quedaron petrificados.

Un hueso de la mandíbula estaba quebrado totalmente, los huesos podían verse a través de su hocico, el olor era insoportable, 'olía a muerte'. Estaba tan infectado que el olor era tan intenso que no podía tolerarse.

La cargaron y la llevaron a un veterinario, de inmediato les dijo que debía dormirla porque era imposible salvarla (150 pesos de consulta), ellos querían ayudarla y buscaron otra opinión; la habían visto comer y beber, era signo de que podían hacer algo por ella.

Fueron a otro veterinario con la esperanza de un mejor diagnóstico (150 pesos más de consulta), pero fue negativo. Tenían que dormirla, la mandíbula estaba fracturada, y la infección tenía varios días así que no había forma de salvarla. Ella sufría, y no era posible ayudarla de otra manera que ayudarla a irse.

Con lágrimas en los ojos la acompañaron mientras se fue.

Una cachorra, una perrita de menos  de 4 meses, que pasó más de una semana con la mandíbula quebrada, hueso expuesto. Sin comer, sin medicamento que calmara su dolor. De la soledad y el abandono ni siquiera hablaremos porque está de más.

Se decidió por el bien de Chispita, dormirla. Se preparó todo y los rescatistas la acompañaron mientras falleció (200 pesos por la inyección para dormirla).

Se gastaron más de 600 pesos en el rescate de Chispita, pero no es nada en comparación con lo que ella sufrió por más de una semana con el hueso del hocico expuesto, sin comer, abandonada, sola. Tampoco podemos pasar por alto el dolor que sintieron los rescatistas cuando intentaron en vano salvarla. Cuando lo único que pudieron hacer por ella fue ayudarla a irse con dignidad.

Chispita ya no sufre, ya no intenta pedir ayuda, ya no escucha los rezos, ahora es parte de todo, del viento, del cielo, de la tierra, de cada respiración de las personas que la lastimaron y de cada aliento de quienes la ayudaron.

Gracias a quienes participaron en el rescate de Chispita. Ella ahora está en paz.