Febrero 2012.
A las 8 de la mañana recibieron un reporte increíble: La noche anterior, un señor llegando a su casa atropelló a una perrita, le pasó las llantas de coche por la columna y la dejó ahí tirada. El animalito pasó toda la noche bajo el automóvil, en la tierra, sin que nadie la ayudara. Lo increíble es que por la mañana seguía viva.
Se organizó un equipo de rescate para ir a buscarla de inmediato, se pidió apoyo de un veterinario, pues según el reporte Manchitas estaba tan mal que probablemente tendríamos que dormirla en el momento.
Cuando la encontraron la sorpresa fue más desagradable, Manchitas, una hembra de unos 4 años de edad, 'saludable', regordeta y de tamaño grande, estaba tirada.
La pregunta que todos se hicieron fue cómo una persona podría no haberla visto, cómo al estacionarte puedes pasarle las llantas a un perro de ese tamaño y no darte cuenta, cómo puedes decidir atropellarla en lugar de bajarte a 'espantarla' para que se mueva, cómo eliges lastimar a un animal cuando tienes opciones de no hacerlo.
De inmediato se buscó la forma de sacarla del lugar, de subirla a una camioneta para asistirla en una veterinaria e intentar salvarla.
No intentó morder, fue cariñosa y aunque no podía mover la colita, se mostraba agradecida.
Movía las patas delanteras, las orejitas y miraba agradecida a los voluntarios, al ver su peso, su dentadura, se buscó la forma de salvarla, un perro lleno de vida, que estuvo en el lugar incorrecto.
Tenía heridas en el cuerpo, un derrame en el ojo, probablemente por el golpe, otras pequeñas cerca del hocico y en las patas.
Cuando la voltearon para que la examinara el primer veterinario, el grupo entero se dolió aún más, tenía marca de neumático en ambas partes del cuerpo, es decir, las llantas la aplastaron por los dos lados, fue 'atropellada dos veces' y así pasó toda la noche.
La llenaron de caricias y palabras lindas, no sanaron mágicamente las heridas físicas ni se levantó al escucharlas, pero pudo sentirse amada, conoció quizás por primera vez, un humano que no lastima, una caricia que no daña.
El primer diagnóstico fue fatal, la columna estaba quebrada, por lo tanto no podía mover la mitad de su cuerpo. Con su tamaño y su estado no podría ser operada.
Sus ojos parecían comprenderlo todo.
Con la esperanza de poder salvarla, decidieron buscar otra valoración.
Después de que varios médicos dieron el mismo diagnóstico, se comprendió que no podrían mantenerla con vida.
Entre todos decidieron que lo más digno para ella, era ayudarla a irse en paz y sin dolor.
El veterinario fue respetuoso, la acomodó en la mesa y le rasuró su pata delantera, cuidadosamente la desinfectó y le inyectó la anestesia.
En silencio y con lágrimas en los ojos la acompañaron hasta que su corazón se detuvo, sin embargo ella es eterna, ahora es mar y cielo. Ahora es parte de todo.
Después de que falleció, se enterró en un terreno del veterinario que nos apoyó. Porque el mismo respeto que se tiene ante el cuerpo de una persona, se debe tener ante el cuerpo todos los seres vivos.
Gracias a todos los que ayudaron a Manchitas, por ayudarla a irse en paz y sin dolor. Segura estoy de que se fue con el cuerpo lastimado pero con el corazón curado.